¿Debemos conformarnos con la conformidad?

Son muchas las barreras que  coartan nuestra libertad

Hace tiempo que quería hablar sobre si realmente nos sentimos libres para expresar opiniones o tomar decisiones propias cuando el resto de nuestro entorno opina o decide cosas distintas.

Os invito a que veáis este vídeo reciente antes de seguir leyendo mi exposición: https://youtu.be/yJoYMV4RifY

Este vídeo me hizo recordar el experimento que en 1951 hizo Solomon Asch para demostrar el poder de la conformidad en los grupos. En su experimento, pedía a los participantes que dijesen qué raya de tres representadas en una tarjeta se correspondía con la raya de una segunda tarjeta. Cada grupo se formaba por 7 participantes que estaban compinchados con el experimentador y un octavo. El resultado fue que el 75% se adaptó a las respuestas de la mayoría incluso cuando era obvio que la respuesta de los compinchados era errónea, mientras que el 25% permaneció fiel a su propia opinión. 

Anteriormente, ya en 1917, aunque con otra finalidad, Wolfgang Kohler experimentó con 6 monos en una jaula, en el centro se colgó un racimo de plátanos y justo debajo,  una escalera. En cuanto el primer mono vio la oportunidad de subir y disfrutar de semejante manjar, el resto fueron rociados con agua helada, lo cual provocó que se resistieran en el intento. Los investigadores fueron reemplazando uno a uno hasta renovar los 6 monos iniciales. Este ensayo se repitió con el objetivo de mostrar cómo estos también impedían que subiera ninguno para evitar ser mojados. Habían aprendido un comportamiento que seguían manteniendo los nuevos monos, aun cuando se habían retirado de la jaula todos los  que habían vivido la experiencia inicial que les llevó a aprender ese comportamiento, sin cuestionarse si había otra posibilidad. Simplemente la realidad que habían conocido hasta entonces había sido esa.

En los tres experimentos queda patente que el miedo a no ser parte de nuestro entorno, a no seguir las pautas que la sociedad espera de nosotros, o el hecho de no cuestionarnos  por qué las cosas son así, hace que la libertad con la cual nacemos esté coartada. Como decía Jean Jacques Rosseau, “el ser humano nace libre, y sin embargo por todas partes se encuentra encadenado”. 

Tener un buen autoconcepto es imprescindible para vivir fieles a nosotros mismos, ser libres delante de nuestras decisiones, ser auténticos y como consecuencia vivir la vida que queremos vivir. Para ello es necesario en un primer paso autoconocernos y encender nuestra conciencia como quien enciende una luz, desarrollarnos personalmente en un segundo paso para conocer nuestras fortalezas, capacidades y habilidades, e identificar nuestras creencias y cambiar los paradigmas que nos limitan, para finalmente adquirir esa libertad a través del liderazgo personal. Si quieres leer más sobre autoconcepto te invito a que visites el post que escribí en el mes de julio https://www.tdgcoaching.com/lo-que-un-buen-autoconcepto-puede-hacer-por-ti/.

Para concluir qué mejor forma que de la mano de  George Carlin: “Ve a la escuela. Estudia. Consigue un empleo. Trabaja. Paga impuestos. Cásate. Ten hijos. Hipotécate. Mira la tele. Sigue la moda. Pide préstamos. Actúa con normalidad. Compra muchas cosas. Camina por la acera. Escoge entre este producto o este otro. Ahorra para cuando seas viejo. Obedece la ley. Y sobre todo, no cuestiones jamás lo que te han dicho que tienes que hacer. Y ahora, repite después de mi: ¡Soy libre!”

En este proceso de autoconocimiento el coach acompaña al cliente aportando las herramientas que necesite en un espacio de confianza donde el cliente puede expresarse, descubrirse, replantearse, crecer y desarrollarse libremente.