El poder de las metáforas

El poder de las metáforas

La metáfora es la parte visual del lenguaje.

 

La palabra “metáfora” viene del griego meta (más allá) y pherein (llevar o transportar); significa “llevar más allá”. Se trata de llevar el significado de la palabra de un sentido concreto a uno abstracto o simbólico. La metáfora nace de la comparación de dos términos que tienen cosas en común, pero también algo diferente. Lo que tienen en común les permite relacionarse, y lo diferente, el significado, es lo que la metáfora lleva de una palabra a la otra.

La metáfora es un instrumento para traspasar los límites impuestos por la forma literal del lenguaje. La metáfora es la capacidad que tiene la mente para trascender el significado directo o habitual, abriendo espacios donde cabe construir nuevos significados. No es lo mismo decir: “los ojos son los órganos de la visión”, que decir: “son las ventanas del alma”. En el primer caso, no nos movemos del significado habitual; en el segundo caso, en cambio, se nos abren un sinfín de posibilidades.

Aristóteles, en su Poética, fue quien primero dio una explicación coherente de la metáfora, describiéndola como la aplicación a un objeto de un nombre que en realidad pertenece a otra cosa, definición que aún continúa vigente y que es el punto de partida de lo mucho escrito sobre el tema.

Para Michael Foucault, toda la cultura es una caja de herramientas. El Coaching utiliza cualquier cosa de la cultura para cambiar el sentido que el cliente le da a su situación. Vivimos inmersos en automatismos. Por ejemplo, cruzamos una calle cuando el semáforo está en verde, sin darnos cuenta; cuando perfectamente podría ser que cruzáramos el semáforo en azul. En algún momento alguien decidió que fuera verde, los demás lo aceptaron y ahora ya ni nos damos cuenta. El coaching ayuda al cliente a darse cuenta de esos automatismos, y que las cosas podrían ser de otra manera.

En el coaching a menudo nos encontramos atascados. El cliente tiene su discurso tan arraigado que parece imposible que pueda salirse. Inmóvil, parece enganchado a un imán. Y el coach no pude evitar sentirse a veces también atrapado. Es justo en esos momentos cuando la metáfora viene en su ayuda. Los estancamientos son frecuentes, el tiempo es corto. Sin caer en la tentación de creer que todo impasse tiene solución, tampoco vamos a dejarnos llevar por el desánimo. Tarde o temprano llegará la solución. Y no pocas veces es una metáfora la que nos da la llave para abrir esa puerta.

Cuando nos enfrentamos a un problema que no conseguimos resolver, debemos ser capaces de esperar, indagar e innovar. Y es precisamente en ese punto donde la metáfora nos es útil. El cliente, cuando se encuentra con algo realmente desconocido y no encuentra nada en la memoria que le sirva para comprenderlo, necesita algo nuevo, que solo se lo puede dar el trabajo en el coaching con la metáfora.

La metáfora es de todo menos una explicación.

En el país de los ciegos, el tuerto es rey”.